LA FUNCIÓN DEL ORIENTADOR: DON VICENTE Y SU LIBRO DE DON QUIJOTE

 



Hola amig@s:

Os cuento un poco de una experiencia que tuve antaño, relacionado con el tema que nos ocupa: la función del orientador en esas etapas tan chulas que tenemos a lo largo de nuestras vidas.
Una de esas etapas chulas que tuve yo, fue cuando caí en la cuenta que los libros son mundos increíbles, a parte de quedar tan bien en los estantes de casa. Uno de esos libros, de vez en cuando, lo veía en la mesita de noche del cuarto de mi padre. Se trataba de un ejemplar del Quijote.
  Algunos años después conocí a una persona que iba a menudo por el bar que regentaba mi familia. Se trataba de Don Vicente, y siempre lo veías con su boina y un enorme libro de las aventuras del caballero de la Mancha. 
Yo tendría unos doce años, y de vez en cuando echaba una mano a mis padres en el bar. Al principio Don Vicente se limitaba a tomar su copa de vermut y hablar de cosas intrascendentes con la parroquia de clientes. Su libro lo dejaba sobre el mostrador y allí permanecía  cual perro fiel, a la espera de que su amo, decidiera recogerse.  Un día le dije: " puedo , don Vicente..." , el me contestó: " Claro que sí muchacho..." Ahora que lo recuerdo creo que Don Vicente esperaba hace tiempo ese momento, pues a partir de ahí comenzamos a hablar un poco de libros. Me contó que llevaba tiempo, mucho tiempo, leyendo y estudiando la obra de Cervantes. Le interesaba mucho las moralejas y refranes que contenía esta obra. 
Al cabo de unos días, apareció con un pequeño libro. " Toma este libro, Lucas, es una novela que te gustará mucho". Se llamaba Sombra 81, Lucien Nahum. Es un libro entretenido y muy ingenioso en la trama y el desenlace. Supongo que la idea era atraparme en el hábito de la lectura. Fue listo Don Vicente. Eligió un tema que no me iba a resultar tedioso y que seguro iba a terminar la lectura. Así fue. En menos de tres días me zampé aquel libro. Luego comentamos que me había parecido su lectura. De esta forma se abrió ante mí otra característica que desconocía de los libros: a parte de leerse se hablaba de ellos. En unos meses Don Vicente fue trayéndome al bar lo mejor de su biblioteca. 
Don Vicente era un diestro con la guitarra. Durante unos años había sido cura. Desde muy joven aprendió a tocar este instrumento, y la verdad que lo hacia genial. 
Pasó unos años en Sudamérica, y tras regresar a España colgó los hábitos decidido a formar una familia. Así fue, tras conocer a su esposa llamada Concha. Juntos tuvieron dos hijos. 
  Un día le dije si podía darme clases de guitarra , y, sorprendentemente para mí, accedió dos veces por semanas a darme lecciones, a cambio de un pequeño honorario. 
Las clases fueron un desastre. Don Vicente tuvo la paciencia de un cristo las dos primeras semanas. A la tercera y viendo la insistencia de mi torpeza con las cuerdas, se paró, y tras encender su pipa, me dijo lacónicamente, una sentencia que a día de hoy creo que es clave para ser un buen orientador. " Lucas, Te gusta este cuadro que pinté ayer..." Me giré y me encontré con un pequeño lienzo en el que había pintado un paisaje de alegres colores, muy del mediterráneo. " No sabía que también pintaba usted, Don Vicente...", " Bueno hago mis pinitos, a veces me aburre hacer lo mismo y busco otras cosas....".
" Mira Lucas.... He estado pensando que la guitarra no es lo tuyo..." Yo sonreí, y debo decir que sus palabras fueron muy satisfactorias y certeras. vamos, caídas del cielo.
Pasado un tiempo Don Vicente dejó de ir al bar de mis padres. Había uno cercano donde hacían partidas de ajedrez y brisca y supongo que le era más gratificante, si de pasar el rato se trataba. 
Un día se dió la noticia por el barrio de que Don Vicente, el curita, como cariñosamente se le conocía, había muerto.
Han pasado muchísimas lunas desde ese día, pero lo recuerdo con mucho cariño. Recuerdo mi torpeza con la guitarra, mis primeras lecturas guiadas por él, y  lo más importante, ese lienzo que Don Vicente había pintado, - seguro que para mí-, y que hizo que ese recuerdo mío, ante el lienzo,pasado unos meses, se materializará en un cuarto caótico de tubos de pintura , hojas dibujadas con un sin fin de caras y bodegones. Don Vicente supo de una forma sutil encontrar mi vocación. 
Gracias, amigo.
















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